domingo, 20 de septiembre de 2009

trozos, trozos, trozos

Hojas amarillas de periódicos baratos
como amarillas las palmas de mis manos
ansiosas de tener entre ellas las de alguien más,
hojas metálicas que pueden cortar
que cortan los átomos del aire repleto de fantasías
como la hoja de una navaja puede cortar
y corta el cuello de una gallina,
hojas de papel
rojo, celeste, rosado, amarillo,
verde, violeta, anaranjado, negro,
blanco,
todos estos cientos de hojas flotan
en la cancha de fútbol del colegio.

Pienso, pienso, pienso
y maldigo al colegio
por todo y con todo lo que se me ocurre.

En el centro de la cancha
hay
un joven sentado.
Esconde la cara,
tiene miedo a los periódicos
porque pueden mostrarle cosas que se niega a aceptar,
tiene miedo a las manos amarillas,
a los metales porque lo pueden cortar
como a la gallina,
que ahora degollada reclama furiosa por haber sido invocada,
tiene miedo a tanta cantidad de colores
porque hacen que todo parezca tan sintético,
como un mundo de muñecas,
muñecas que parecen incansables de sonreír,
pero que en realidad ya no resisten más vivir
junto a un tonto compañero,
ni seguir siendo vendidas a niñas bobas.

Todo parece trozos, trozos, trozos
y más trozos de recuerdos,
pero no lo son,
o, por lo menos
no son mios.
Los mios están en el tacho,
el que nunca entrego al camión de la basura
porque aún hay esperanzas.

sábado, 5 de septiembre de 2009