martes, 2 de marzo de 2010

-Sabéis lo que he soñado -dijo Frank-. Podéis proporcionar el placer.
En el rostro de la cosa se abrió una brecha, los labios se curvaron en una mueca de desprecio: la sonrisa de un babuino.
-No como tú lo entiendes -fue la respuesta.
Frank iba a interrumpir, pero la criatura alzó una mano que lo silenció.
-Existen estados de las terminaciones nerviosas -dijo- , estados que tu imaginación, por febril que sea, no podría ni siquiera evocar.
-¿ ... Sí?
-Oh, sí. Desde luego que sí. Tu depravación más querida no es más que un juego de niños al lado de las experiencias que ofrecemos. ¿Querrás compartirlas?
Frank contempló las cicatrices y ganchos de aquellas criaturas. Una vez más, su lengua era incapaz de expresarse.
-¿Querrás?
Fuera, no muy lejos, el mundo empezaba pronto a despertar. Lo había visto despertar desde la ventana de esta misma habitación diía tras día, el mundo se levantaba, rumbo a otra ronda más de infructuosas ocupaciones, y siempre había sabido, lo sabía, que allí fuera ya no quedaba nada capaz de excitarlo.
-Mostrádmelo -dijo.

Hellraiser-Clive Barker

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